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(Leído en redes sociales)

sábado, 25 de junio de 2022

La cultura del esfuerzo. Dónde situamos el esfuerzo en la LOMLOE? Sísifo responde....



Sísifo tuvo que empujar una pesada roca hasta la cima de una montaña y una vez arriba veía cómo ésta se le escapaba de las manos y rodaba por la misma ladera hasta llegar al llano. Sísifo, cada mañana, cuando amanecía, tenía que empezar de nuevo, y al llegar a la cumbre, la piedra volvía a rodar. Éste iba a ser su destino eterno, el precio por burlar a los dioses y por anhelar la inmortalidad.

Hoy día la cultura del esfuerzo cada vez es más preciosa, más cara y se prodiga menos. En la generación del "lo quiero todo ahora y ya" nos encontramos una posible recolecta para dentro de unos años donde no se concebirá otra cosa que la inmediatez y si no existe algo de inmediato no existirá. Un ejemplo de perseverancia es el caso de los tenistas. Todo jugador, cada temporada, empieza una temporada con una posibilidad concreta y real: caer del puesto que ocupa en la ATP. Empieza de cero , ya que los puntos conseguidos en los torneos de la temporada anterior caducan al año. Muchas figuras del fútbol, del baloncesto etc, que pasan una crisis de juego o sufren lesiones de más de un año, siguen siendo estrellas: en el tenis estarían fuera de circuito.

Un poco antes de las vacaciones de Navidad se comentaba la nueva Ley de Educación y, por supuesto, el tema estrella que acapara titulares: pasar los cursos aunque los alumnos no lleguen al nivel mínimo exigido desde el punto de vista curricular. Casi todos dudábamos de la eficacia de esta medida, sobre todo porque entendíamos que si un alumno va acumulando dificultades en el aprendizaje, a medida que avance en su camino educativo es previsible que cargue con un lastre cada vez más pesado y difícil de superar.

Por un lado, está claro que la educación que yo recibí nada tiene que ver con los tiempos que corren ni con el actual mercado laboral. Y por otro, me hace pensar que esa cultura del esfuerzo que llevo en la sangre, y de la que estoy tremendamente orgulloso, aunque no me ha proporcionado un puesto de trabajo con una remuneración de muchos ceros a la derecha, me llena y me compensa desde un punto de vista personal. Pero me entran muchas dudas sobre cómo educar a mis hijos en este aspecto. Si desde el sistema educativo no se va a exigir un mínimo de esfuerzo, o dicho de otro modo, va a dar igual que el alumno tenga un sobresaliente que un insuficiente (simplemente se valorará si se han adquirido ciertas competencias).

¿Qué valor le damos al esfuerzo? ¿Dónde lo situamos?. Y si desde pequeños no se enseña el valor del esfuerzo, ¿cómo será su vida adulta?. Está claro que el esfuerzo tiene dos caras: la de la satisfacción y la de la frustración. Pero las dos suponen un gran aprendizaje como seres humanos. ¿Y de verdad se va a perder? Y una pregunta más: si no es el ámbito educativo ¿dónde van a aprender qué es el esfuerzo?.

Para muchas personas la cultura del esfuerzo es casi una forma de vida. No hay nada más reconfortante que sentir la satisfacción de haber conseguido aquello que deseabas gracias a la tenacidad. Y sería una pena que las nuevas generaciones se lo vayan a perder. O no... ¿Será que nos educaron mal?