El tiempo es oro, nadie lo duda. Aún más, es la dimensión específica que dicta el ritmo de nuestras existencias. Instante a instante, minuto a minuto, hora tras hora, día a día… Inexorablemente, las agujas del reloj van marcando su transcurso. Se nos gasta, por eso es tan precioso. Alguna batalla ya le hemos ganado, nuestra esperanza de vida se ha duplicado en este último siglo, pero él aún tiene la victoria final: sigue siendo limitado.
En el día a día, el ser humano "medio" realiza repetidamente acciones, unas voluntarias otras involuntarias, que en el cómputo total de la vida quedarían así en un varón de 70 años:
Respiraciones totales sin hacer práctica deportiva: 645 millones 436.800.
Crecimiento de un solo pelo si no se cortara: 81 metros.
Crecimiento de la uña del dedo corazón de la mano (es la que más crece): 84 metros.
Agua consumida como promedio de un adulto 76,650 litros.
2544 horas orinando.
Dormir: 23 años
Sentados: 17 años
Andando, caminando: 16 años
Hablando o escuchando: 2 años
Riendo: 1 año y 258 días
Corriendo 1 año y 75 días
Leer: 250 días
Hablar por teléfono: 280 días
Estar enfermo: 425 días
Llorar: 49 días
consultar la hora: 73 horas y media
Afeitarse: 138 días y 12 horas
Depilarse: 72 días y 4 horas
Esperando (bus, turno, semáforos...): 501 días y 13 horas
"La vida no se mide por las veces que respiras sino por las veces
que te dejan sin aliento"
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