Finaliza el cuarto día de competición con dos preseas en nuestro medallero. Un oro y un bronce arañado por la tenacidad de Mireia Belmonte que muchos campeones no habrían logrado, pero @miss_belmont se crece cuando las circunstancias son adversas, como en ese último largo. Y ante este escenario las mentes pensantes del polideportivo español analizan estupefactos las razones del fiasco, tan preocupante como previsible.
Como en todo, existe una explicación que justifica el descenso competitivo de los españoles. Un argumento que se explica por el recorte que ha dado el Gobierno al presupuesto del Consejo Superior de Deportes, reduciendo sustancialmente con ello la dotación del CSD a las distintas federaciones. Y como en este país funcionarial federación y subvención son sinónimos, el tijeretazo ha reducido notablemente los medios de los que han dispuesto los deportistas españoles que están compitiendo enRío. Poco o nada han trabajado los presidentes de las Federaciones para suplir la reducción con inversión privada en forma de esponsorización y patrocinio. Total, ellos ya estaban 'clasificados' para los Juegos.
A esa dejadez federativa se suma la falta de cultura polideportiva de nuestro país. No existe la sensibilidad que muestran otros países de nuestro entorno al incluir en los planes educativos de sus escuelas deportes minoritarios como gimnasia, atletismo, voleibol, rugby o natación. España es obscenamente futbolera y el deportista que quiera fraguarse un futuro en la élite, más allá del fútbol, está obligado a ser gestor al tiempo que deportista, sacrificando todo muchas veces sin recompensa. Pienso en gente como el medallista olímpico José Luis Abajo 'Pirri' o el velocistaÁngel David 'Pájaro' Rodríguez.
El Gobierno, el CSD y el COE recortan medios a los deportistas, los presidentes de federación se apoltronan, las empresas no tienen sensibilidad polideportiva y la prensa ningunea a estos deportistas"
Si Rajoy dejase de leer un rato el Marca y se comprometiese realmente con el deporte activando políticas como las que se han aplicado durante años en Italia, si algunos presidentes de federación se molestasen en levantarse de la poltrona para salir a vender su deporte buscando el apoyo de las empresas privadas y si las empresas tuvieran cierta sensabilidad para apoyar el deporte, a lo mejor el medallero español no dependería del orgullo patrio de Mireias y Nadales.
Gente que trabaja profesionalmente gracias a programas de financiación propios o esponsorización privada, y que no malviven como el resto de sus compañeros olímpicos mendigando una subvención, pagando de su bolsillo desplazamientos a competiciones en las que representan a España o emigrando a ligas remotas. También ayudaría que nosotros, los chicos de la prensa, prestásemos más atención a esos deportistas en el día a día y no los arrumbásemos en una esquina del periódico o del informativo para rescatarlos cada cuatro años con el pretexto de la cita olímpica. Tampoco nos vendría mal documentarnos sobre estos deportes minoritarios o casi residuales antes de informar sobre ellos, por respeto al deportista. Se me ocurre.
Por todo ello, no se extrañen de lo que está pasando en Río de Janeiro. No es más que el crudo retrato de la realidad del deporte en nuestro país. En Barcelona 92, el apoyo institucional y privado a los deportistas demostró, con una cosecha de 22 medallas, que hay talento competitivo en nuestros deportistas. Desde entonces, el deporte español se desangra perdiendo recursos y nadie se preocupa por cortar esa hemorragia. Parece contradictorio, pero el nuevo mecenas del deporte español es, a día de hoy, el Ecclestone del fútbol, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas. Un tipo que no da puntada sin hilo. Evidentemente, no sale gratis. Porque mientras Miguel Cardenal recibe agradecido con una mano las migas del fútbol, con la otra rubrica su respaldo a las ocurrencias de Tebas y su soci en el business, Jaume Roures.
España sigue siendo un país de quijotes. Como Ángel Nieto, Paquito Fernández Ochoa, Manolo Santana, Fermín Cacho... Rafa Nadal, Mireia Belmonte, Bruno Hortelano, Alberto Contador, Pau Gasol o Gómez Raña. Por eso tenemos que celebrar cada medalla de un deportista 'anónimo' como un milagro. Porque en realidad lo es. Italia está entre las mejores del medallero con ocho medallas: tres de oro, tres de plata y dos de bronce. España exhibe sus escuálidas medallas en la posición vigésimo segunda del ránking (por detrás de Grecia, Taiwan o Vietnam). Como decía Javier Orive, que hace poco se nos fue, "es el 'cosmopaletismo' polideportivo español", que nos ha llevado justo al lugar que merecemos: al Tercer Mundo olímpico.
Vía @FermindelaCalle
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