La vuelta al cole suele implicar un respiro para los padres y madres de los más pequeños. Sin embargo, también puede hacerse cuesta arriba por quebraderos de cabeza como hacerse con el material escolar, encontrar todos los libros, adaptarse a los nuevos horarios... y unirse de nuevo al grupo de Whatsapp de padres.
La herramienta, que agrupa a los progenitores cuyos hijos comparten clase o grupo en alguna actividad extraescolar, puede llegar a convertirse en una pesadilla tanto para los propios padres como para los docentes. Y es que hay profesores que han llegado a los tribunales denunciando las vejaciones vertidas contra ellos en grupos de Whatsapp de padres.
Los grupos de Whatsapp han llegado a la vida educativa para quedarse, pero también para hacer estragos. En los últimos años han proliferado especialmente los grupos organizados por los padres de alumnos, sobre todo las madres, con la finalidad de controlar el progreso escolar de sus hijos.
Un objetivo de lo más loable que afecta por igual a centro públicos y privados y contra el que se han alzado ya las primeras voces de alarma porque empieza a generar conflictos que exceden el ámbito académico. En su afán de proteger a los niños propician que estos no aprendan a desenvolverse por sí mismos y a madurar adecuadamente.
Lo normal es que las madres formen parte, como mínimo, de dos grupos: el general de la clase y el particular o más privado, integrado por las mamás más afines. "Chicas... me podéis mandar la ficha de Inglés. ¿Y qué más hay de deberes?",
"Hola. Me pide mi hijo que por favor me enviéis una imagen del cuaderno de las 2 páginas de problemas que hay que hacer. No encuentra el cuadernillo de problemas", se lee en otro mensaje.
Ante estos mensajes, salta una duda: ¿Por qué el alumno no sabe qué deberes tiene? ¿En qué estaba entretenido? ¿Y su material, por qué no lo cuida? ¿Por qué se involucran las madres en resolver estas situaciones? "Estamos asumiendo las cosas que el niño tiene que hacer y que está preparado para hacerlas. Además en el mensaje va implícito un 'tú no te preocupes, ya lo hace mamá por ti".
Y eso hace que el niño no adquiera seguridad y autonomía personal, algo determinante para desarrollar la autoestima en el futuro".
Si a través de sus grupos las mamás se ocupan de organizar los deberes, tener al día el material, saber cuándo es el examen y qué materia entra o cómo hay que ir vestido a la excursión... ¿qué espacio les queda a sus hijos?
Problemas que surgen entre niños y que deberían resolverse a ese nivel trascienden a las familias, intervienen ellas, y eso resta capacidad resolutiva y de afrontamiento a los peques, generando conductas más dependientes.
La implicación de la familia en la marcha educativa del alumno es sinónimo de buen rendimiento y eso no se consigue a través de un grupo de Whatsapp, que a la larga es algo frío e impersonal, sino potenciando las tutorías. El niño tiene que ser responsable de su tiempo, de su estudio y de los deberes que se tienen o no se tienen que hacer. ¿Cuándo vayan al instituto, qué va a pasar si no son capaces de organizar su propia agenda?.
Los grupos se han convertido también en un instrumento para cuestionar y desprestigiar la labor del profesorado. Es imposible que un profesor tenga el beneplácito de 30 padres. Ahora, el padre que tiene una mala relación con un profesor aprovecha para propagar rumores y descalificarle incluso en las redes sociales.
Siempre conviene asegurarse del tono y el contenido antes de darle al botón de 'enviar'. Pero cuando se trata del bien de los más pequeños, este ejercicio de reflexión es fundamental.
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