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(Leído en redes sociales)

viernes, 1 de abril de 2016

De ciencia y tecnología todo el mundo opina. (Científicos vs. impostores)

Vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de las ciencias y la tecnología, en la cual prácticamente nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología
(Carl Sagan)



En 2004 y 2005, el veterinario surcoreano Hwang Woo-Suk consiguió "colar" dos publicaciones fraudulentas sobre la clonación de embriones humanos en Science, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo. La ciencia no está libre de impostores y, a primera vista, esto podría considerarse una de las razones del escepticismo que existe hacia ella en un amplio sector de la población. Según la encuesta sobre la percepción social de la ciencia realizada recientemente por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, tan solo el 60 % de los españoles opina que la ciencia tiene más beneficios que perjuicios y un 25 % de los españoles no está interesado en ella.


Sin embargo, según esta misma encuesta, las profesiones de médico y científico son las más valoradas con puntuaciones que rondan el 9 sobre 10. Además, nunca antes ha habido tanta información sobre ciencia tan fácilmente accesible en los medios. Resulta por tanto paradójico que en estos tiempos, en que investigadores y periodistas científicos hacen un esfuerzo sin precedentes para explicar los logros de la ciencia al público general, asistamos en la sociedad a esta gran desconfianza hacia los hechos científicos.





El defensor de una patraña cree que corresponde a la ciencia demostrar que su creencia no tiene fundamento.


La llegada del hombre a la Luna, la traslación de la Tierra en torno al Sol, la evolución darwiniana, todos los logros científicos encuentran hoy sus grupos de incrédulos que consideran que estos hechos no son más que patrañas y que forman parte de conspiraciones que esconden intenciones ocultas. Estos desconfiados hacen de internet un medio propicio para la amplificación y difusión de todas sus dudas y especulaciones.

Junto con los incrédulos a la ciencia, se prodigan hoy los ciudadanos proclives a profesar fe en todo tipo de pseudociencias. Los adeptos a la parapsicología, la astrología, la magnetoterapia, la homeopatía, la criptozoología y un largo etcétera, proclaman sin rubor sus principios dogmáticos sin poner a prueba ni demostrar sus explicaciones con los métodos bien establecidos de la ciencia y, por supuesto, sin intentar acceder a la deseable integración entre todas las ciencias a que aspiran los científicos. Naturalmente, a la hora de propagar estas falsedades, los impostores cuentan con grandes ventajas sobre los científicos que tratan de propagar su ciencia. Al no necesitar de los difíciles y precisos experimentos que exige la ciencia actual, la impostura resulta muchísimo más barata; sus términos simplistas suelen ser mucho más fáciles de explicar que los difíciles conceptos de la ciencia y, nuevamente, internet sirve de amplificador de todo tipo de fraudes que rápidamente pueden encontrar eco en todos los rincones del planeta.

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