Y DESPUES DE NO HACER NADA...DESCANSAR

Siempre he insistido en la diferencia entre ocio y ociosidad, es decir, entre el tiempo libre bien aprovechado y el tiempo libre de no hacer nada. Lo cierto es que después de un largo año-curso-temporada de trabajo y ocupación, no está mal eso de no hacer nada de nada y que cuando termines de no hacer nada, descanses. Supongo que eso es la auténtica ociosidad; peligrosa para el hábito al trabajo, para la mente y para la salud. Pero creo que igual que puede ser peligrosa en demasía, es imperiosamente necesaria en dosis no muy grandes, pero tampoco muy pequeñas. Los romanos que ya se les veía listísimos, inventaron antes el concepto de descanso que el de trabajo. Tanto es así que (como ya comenté hace tiempo) su principal tiempo de asueto lo llamaron "ocium" que probablemente fuera grande, y al momento en el tiempo en que esa franja temporal se rompía debido a una necesidad laboral, obligación o asunto comercial, lo denominaron la antítesis del ocium, o sea, el "neg-ocium".

Hoy dia en realidad, el ocio en sí mismo no tiene porqué estar determinado ni organizado de antemano. Aparece como un tiempo libre que hay que distribuir, organizar y llenar de contenido. Es el tiempo en el que el colectivo puede organizar y dedicarlo a aquello que más le guste, libremente. Es el tiempo más propicio para desarrollar la creatividad, las actitudes y aptitudes personales, la comunicación auténtica, la relación personal...
Aunque esto en la práctica no siempre ocurre así, ya que la forma de ocuparlo está muy mediatizada por el tener, el poder, la sociedad de consumo, la satisfacción de necesidades específicas, ... Es aquí donde puede aparecer la ociosidad, cuestión que quizá los romanos no tenían. Al fin y al cabo, que el vicio de perder el tiempo es bueno, si breve, claro.