Al principio, fue visto como una cosa filantrópica,
bohemia, pero poco a poco los Juegos Olímpicos fueron interesando a más gente. Y
no tardó mucho en que su organización prestigiara al país encargado de ello,
pusiera en el mundo a la ciudad sede, que prácticamente se convierte en la
capital global. Desde 1896 hasta ahora, en la que la organización de unos juegos
no es posible sin activar todas las teclas de un complicado mecanismo
geopolítico, muchos son los países o ciudades que han amagado o se han
presentado para la organización del evento de eventos
España no ha sido una excepción, y hasta en ocho
ocasiones –incluyendo la actual carrera olímpica- intentó nuestro país ser sede
de los Juegos de Verano. Sólo se consiguió, evidentemente, en una pero si dice
mucho a favor de España que, salvo en un par de veces, todas nuestras
candidaturas han estado relativamente cerca.
La primera vez que España quiso ser sede de unos
Juegos Olímpicos fue en 1936. Barcelona inauguraba la lista de aspiraciones
hispánicas, y fue la segunda más votada tras la elegida, Berlín, que tendría que
haber albergado los Juegos veinte años antes, pero les sorprendió la primera
guerra mundial.
Tras la guerra civil y el aislamiento del país, el
fuego olímpico se apagó en España. Sin embargo, en los sesenta del desarrollismo
y en los que empezaba a verse un cierto aperturismo político, alguien decidió
que España debía presentar una candidatura. Era conjunta entre Madrid y
Barcelona, pero centralizada en la capital. Y como treinta y cinco años antes,
una ciudad alemana dio al traste con las aspiraciones hispánicas. Munich superó
en diez votos a Madrid.
Ya en aquella época, los Juegos tenían en su elección
un componente definitivamente más político que técnico. Y a finales de los
setenta, al alcalde de Barcelona, Narcís Serra, se le ocurre
que los Juegos serían una magnífica ocasión de modernizar la ciudad, apostar por
la integración de la incipiente democracia de España en Europa y el mundo. La
fecha venía que ni pintada: 1992, el quinto centenario del Descubrimiento de
América. Barcelona se puso en marcha, aunque probablemente el hecho clave para
la elección de la capital catalana ocurriera en 1980, con la elección de
Juan Antonio Samaranch como presidente del COI. Barcelonés de
nacimiento, el hombre que modernizó los Juegos hasta hacerlos rentables vivió,
probablemente, uno de los momentos más dulces de su vida cuando el 17 de octubre
de 1986 anunciaba al mundo que los Juegos de la vigésimo quinta olimpiada se
celebrarían en la ciudad de Barcelona. Para que el fuego olímpico se encendiera
en Montjuich –Monte de los Judíos en catalán-, París, Belgrado, Brisbane,
Birminghan y Amsterdam se quedaron con la miel en los labios.
Los de Barcelona fueron, probablemente, los mejores
juegos de la Historia. Y la llama del éxito olímpico quedó prendida en España.
En verano del 93, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel
Chaves, sorprendía anunciando la candidatura olímpica de Sevilla para
el 2004, a propuesta del entonces alcalde, Alejandro Rojas
Marcos . La capital hispalense nunca tuvo posibilidades reales frente a
mastodónticos competidores como Pekín o deudas históricas como Atenas. La
cercanía de Barcelona y el poco entusiasmo regional más allá de Dos Hermanas,
jugó en contra de una Sevilla que ni siquiera superó el primer corte.
Hace diez años, Sevilla intentó volver a ser
candidata, para los Juegos, pero claudicó en la votación interna del COE ante
Madrid.
En 2005 la capital española supera con suficiencia las dos primeras rondas, de
hecho gana la segunda, dejando en la cuneta a New York y Moscú. Sin embargo, en
la tercera votación el griego Lambis Nikolau se equivoca de
botón y vota erróneamente a París. La capital francesa obtiene 33 votos por los
31 de Madrid que queda eliminada. Nikolau intenta rectificar, pero el voto ya
estaba emitido. Un empate a 32 en aquella votación hubiera llevado a una ronda
de desempate, que previsiblemente hubiera clasificado a Madrid para la final con
Londres. Y muy posiblemente, esa final hubiese significado que la antorcha de éstos pasados juegos se hubiese encendido en La Peineta y no en Wembley.
En 2013, Madrid y los Juegos Olímpicos tienen una
nueva cita. Como rivales, Bakú y Doha, de países emergentes, Tokio y la gran
rival, Estambul, se interponen entre la capital y su sueño Olímpico.
¿Escucharemos dentro de unos meses aquello de "a la Ville de Madrid"?. Hagan
hueco en su agenda: la cita es en septiembre de 2013, en Buenos Aires….
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