El grito de Tarzán, acaso el berrido más emblemático en la historia del cine, quedó envuelto en silencio hace 28 años. Johnny Weissmuller, el actor que interpretó al mítico 'hombre mono', fallecía un 20 de enero de 1984 en Acapulco. A petición suya, una grabación del inolvidable alarido fue reproducida en su funeral, mientras su ataúd descendía hacia la tumba que enterraba su leyenda.
Antes de reventar taquillas interpretando al primer Tarzán del cine sonoro, Weissmuller era ya un rostro conocido para el público, gracias a su deslumbrante carrera como nadador. Alertado por la frágil salud del endeble Johnny, el médico le recomendó ejercitar su físico en la piscina. No sólo llegaría Weissmuller a ser un lozano mozalbete de 1,91, sino que ganaría cinco medallas de oro en los Juegos Olímpicos de París (1924) y Ámsterdam (1928). Entre 1921 y 1929, año de su retirada, nadie fue capaz de batirle en el estilo libre. Acumuló 67 récords del mundo y se convirtió en el primer hombre que rebajó el minuto nadando los cien metros.
Pero sus hitos deportivos no le reportarían tanta fama como su papel de Tarzán, el hombre salvaje que trepaba de liana en liana ataviado con un sugerente taparrabos. Maureen O'Sullivan, Jane en varios de los filmes de Tarzán, corroboraba que el alarido era producto exclusivo de la caja torácica de su compañero de reparto. Sus padres, no obstante, emigraron a Chicago cuando él era apenas un bebé. Durante mucho tiempo, Weissmuller mintió acerca de sus raíces, asegurando que había nacido en Pensilvania para de este modo ser seleccionable en el equipo estadounidense de natación.
El ejercicio siempre apasionó a Weissmuller, quien estaba convencido de que "la competición atlética entre personas y naciones debería reemplazar la violencia y las guerras". Weissmuller se mudó a Acapulco en 1979. Era su retiro dorado en un lugar cercano a donde había rodado su última película como Tarzán. En la ciudad mexicana moriría cinco años después, a consecuencia de un derrame cerebral. Por entonces se rumoreaba que Weissmuller había perdido la cabeza y que estaba convencido de ser realmente el 'hombre mono'.
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