En esta vida
no te perdonan si dejas de ganar,
y te odian si ganas siempre
(Jorge Valdano)
Mi padre siempre me ha dicho que la envidia es muy mala consejera y lo cierto es que no sé si los consejos que nos da la envidia son buenos o malos porque si analizamos el concepto en sí de la envidia no es otro que el de la acumulación.
Acumular cosas, hechos, éxitos, personas, capital, bienes es a lo que está acostumbrado el ser humano, al menos en esta zona del planeta. Esto no es otra cosa que la antifelicidad. Querer poseer lo que no tengo porque al otro le sienta tan bien... Al final la envidia conduce al saqueo.
Acumular cosas que no tengo es la práctica habitual de muchos por no decir de todos. Bien por capricho, bien por desdén, bien por despecho o por otros motivos, al final la envidia es el conducto principal de la acumulación.
Pero la peor acumulación es la de poder. Desear poder o fama es más peligroso que la envidia de dinero, porque al final querer tener poder conduce al odio.
Como bien indicaba Jean de la Bruyere, la envidia y el odio van siempre unidos, se fortalecen recíprocamente por el hecho de perseguir el mismo objetivo. La RAE dice que la envidia es la tristeza o pesar del bien ajeno. La envidia y el odio estropea y anula el placer de la admiración, la propia amistad, el propio compañerismo y la solidaridad, el logro de los otros, la contemplación de la belleza, la habilidad, el ingenio y el simple deseo de emular al mejor.
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