Tanto la madre como la esposa del británico Alexander Graham Bell eran sordas. Esto determinó en gran medida su trabajo en acústica, el cual condujo a la primera patente estadounidense de un teléfono en 1876. A pesar de que el aparato fue desarrollado por el italiano Antonio Meucci, el británico es conocido oficialmente, como su inventor desde 2002.
El trabajo de Bell se vio profundamente influido por su contexto familiar debido a lo cual su investigación en la escucha y el habla lo llevaron a trabajar con aparatos para el oído, al igual que la construcción del hidroala.
Tras la invención del teletrófono (nombre inicial del teléfono) debido a la falta de posibilidades por parte de su creador de patentar esta idea, Graham Bell registró una patente que a pesar de no describir el teléfono, lo refiere como tal, acción que le brindó todos los beneficios derivados de su comercialización.
En 1877 creó la Bell Telephone Company y nueve años después más de 150 mil personas en Estados Unidos tenían teléfonos.
Hay que considerarle, quizá, como el principal precursor de las comunicaciones tal y como se conocen hoy día y gracias a esa patente inicial, probablemente ahora mismo podamos estar manejando un teléfono móvil o fijo.
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