Las vacaciones del profesorado son tema recurrente, de siempre, en distintos foros sociales como referente de lo deseable: “Poco trabajo y muchas vacaciones”,. . . dicen. Los periodos de vacaciones realmente se establecen para los escolares, en todos los países del mundo. Los docentes dedicamos gran parte de esos períodos a actividades profesionales. Unas marcadas por el centro (cursos de formación, programación educativa, organización de centros, de aulas etc.), otras por iniciativa nuestra para cumplir tareas propias de nuestra labor, formación continua, intercambios docentes, publicaciones didácticas, entre otras. El debate ahora gira en torno a las razones que hacen que una profesión vocacional como la nuestra, tan “envidiada”, encuentre tantos profesionales “tocados, quemados”, que adelantan su jubilación porque han perdido la ilusión, el reconocimiento social. ¿Será por esto que el trabajo docente está ahora también en boca de todos?
Y si alguien necesita imperiosamente estas vacaciones... que se haga profesor, urgentemente.
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