Muchas veces nos autoexigimos más de la cuenta porque confundimos el concepto de exigencia con el de excelencia.
Se entiende por excelencia el cuidado y la atención por hacer las cosas de la mejor manera posible. Este contexto permite poner en práctica nuestras mejores capacidades y fomenta el aprendizaje, la creatividad y el crecimiento. La exigencia, sin embargo, busca hacer las cosas perfectas, ante tal imposibilidad, la persona exigente y la exigida, sufren continua insatisfacción y autorreproches. La exigencia lleva implícita la dificultad para separar lo que soy, de lo que hago. Focalizarse en el hacer tiene un componente de obligación, de complacer a otros y esperar su reconocimiento, olvidándonos de las necesidades propias y de lo que realmente deseamos, es decir, olvidándonos de nuestro para y del valor detrás de lo que hacemos. Supone que controlen, en lugar de compromiso.
Las empresas excelentes toleran y viven los errores como oportunidades de aprendizaje. La innovación exitosa está casi siempre acompañada de fracasos previos. La excelencia, pues, facilita la creatividad y la innovación. En la exigencia se vive el error como un fracaso insostenible, no se asumen riesgos ni responsabilidades para evitar frustración.
La excelencia se debería centrar en el ser y en el compromiso con los objetivos. El foco está en el proceso, en el objetivo más que en el resultado. Una cultura basada en la excelencia será el camino para cumplir la visión de entidad y las promesas de su marca. Las empresas, entidades, clubes están formados por personas y es decisión de sus miembros hacia dónde quieren ir.
Se entiende por excelencia el cuidado y la atención por hacer las cosas de la mejor manera posible. Este contexto permite poner en práctica nuestras mejores capacidades y fomenta el aprendizaje, la creatividad y el crecimiento. La exigencia, sin embargo, busca hacer las cosas perfectas, ante tal imposibilidad, la persona exigente y la exigida, sufren continua insatisfacción y autorreproches. La exigencia lleva implícita la dificultad para separar lo que soy, de lo que hago. Focalizarse en el hacer tiene un componente de obligación, de complacer a otros y esperar su reconocimiento, olvidándonos de las necesidades propias y de lo que realmente deseamos, es decir, olvidándonos de nuestro para y del valor detrás de lo que hacemos. Supone que controlen, en lugar de compromiso.
Las empresas excelentes toleran y viven los errores como oportunidades de aprendizaje. La innovación exitosa está casi siempre acompañada de fracasos previos. La excelencia, pues, facilita la creatividad y la innovación. En la exigencia se vive el error como un fracaso insostenible, no se asumen riesgos ni responsabilidades para evitar frustración.
La excelencia se debería centrar en el ser y en el compromiso con los objetivos. El foco está en el proceso, en el objetivo más que en el resultado. Una cultura basada en la excelencia será el camino para cumplir la visión de entidad y las promesas de su marca. Las empresas, entidades, clubes están formados por personas y es decisión de sus miembros hacia dónde quieren ir.
La excelencia es una elección consciente, es un hábito que conduce al crecimiento personal y hace que las empresas sean más sabias.
Por eso nos debemos centrar en estos 7 consejos de @patri_psicologa:
"Una cultura basada en la excelencia será el camino para cumplir la visión de la empresa y las promesas de su marca"
Por eso nos debemos centrar en estos 7 consejos de @patri_psicologa:
1. La perfección no existe
2. Exigente no es exitoso
3. Establece tus criterios de calidad.
4. Un buen profesional no necesita presión.
5. Tus fallos no te definen.
6. ¿Quién te quiere por tu exigencia?
7. Juega a trabajar.
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