"...qué dice el conductor del autocar que hay unos militares pegando tiros a los políticos". De eso es lo que más me acuerdo del 23 de febrero de 1981 cuando yo estaba en séptimo de E.G.B. y volvíamos a casa después de la jornada de tarde. Serían sobre las seis y pico y acababa de entrar Tejero pegando voces y pegando tiros en el Hemiciclo del Congreso.
El riesgo de golpe de Estado presente durante toda la transición, y materializado en aquella jornada del 23-F donde se estaba invistiendo al presidente Leopoldo Calvo Sotelo, es la amenaza más inmediata y seria que ha sufrido este sistema democrático español. Este riesgo pudo ser cuestión de detalles como las intervenciones, unas más y otras menos acertadas, de personajes como el rey Juan Carlos, Armada, el presidente de la Generalitat Jordi Pujol etc. Suena también, además de esperpento, a algo demasiado chapuza: Guardias civiles de tráfico que no sabían a donde iban, un loco fascista (Tarrés) que solo sabía decir que esto había que hacerlo por España, conversaciones inconexas... sonaba un poco a... venga a ver si hay suerte, nos apoyan y ganamos.
Un riesgo muy a la española de aquella época que si esos detalles no se dan, a saber cual sería el mapa democrático actual de este país.Ahora bien, tampoco es descartable que la resolución de todo aquello, no le haya venido bien a España y aquello fue la guinda para pegar un cambio y poner la guinda a la transición iniciada por Adolfo Suárez, que visto lo visto, ha sido el mejor presidente que nos ha gobernado en esta nuestra democracia actual.
Partiendo de la base que riesgo es probabilidad de que una amenaza se convierta en un desastre, aquí nos encontramos con la verdadera clave de la cuestión. Hubo una gran probabilidad de que aquella amenaza se hubiera convertido en un gran desastre. No me imagino un golpe de estado en este país en la actualidad, creo que no hay la estructura militar necesaria para ello, pero estoy seguro de que si corremos ese riesgo, en este caso, el desastre se llevaría a cabo porque a día de hoy las cosas no se hacen ya tan a lo chapuzas como en aquella época. Quizá de allí salió el concepto de la chapuza nacional.
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