Twitter te hace pensar que eres sabio,instagram que eres fotógrafo y facebook que tienes amigos. El despertar va a ser duro.
(Leído en redes sociales)

martes, 1 de marzo de 2011

CHAPUZA NACIONAL

España está repleta de profesionales. Media hora antes de las nueve de la mañana acudo a mi entidad de crédito habitual para realizar una transacción más, posiblemente un tanto trivial aunque no por ello innecesaria. De repente, compruebo sofocado como se han reducido drásticamente los números de la cuenta corriente. Al parecer, dos o tres comisiones más que mi querida entidad se acababa de embolsar, de nuevo.
Salgo del banco y llego a casa. En ella está el fontanero que acaba de destrozar el inodoro al taladrar donde no debía. El "profesional" me señala que hasta pasado mañana no puede volver porque la pieza que ha roto la deben enviar desde Madrid. Con la alucinación lógica producida por el estupor y ciertamente enojado, me voy a dar una vuelta para relajarme pero al salir a la calle compruebo atónito como unos cristaleros han tropezado con el bordillo de la calle y han roto una luna de dos metros de ancho. Pasmado sigo mi camino sin reflexionar.

En ese preciso instante recuerdo que debo solucionar un trámite en una oficina pública. Me pongo a temblar. Corro hacia la delegación correspondiente y cuando llego acalorado compruebo que todavía no son las 9 de la mañana,: ¿me atenderán?.

Miro alrededor y compruebo como de las cuatro ventanillas expuestas tan sólo una está abierta al público sufridor. En ese momento, me viene a la mente aquella frase: “en todos los trabajos se fuma".

Resignado me dirijo al bar más cercano a tomarme una infusión relajante pero el camarero, extrañamente, me sirve un cortadito. El camarero intenta resolver el entuerto con un sencillo a la par que parco “disculpe Vd.”
Salgo del bar y unos pintores que en esos momentos se encontraban terminando su trabajo discuten sobre la tonalidad que debe tener la fachada que tienen ante sí. Al parecer y según se desprende de la conversación que pude entrever y de la que me hicieron partícipe, habían olvidado el tinte para acabar de perfilar el color demandado por la finca. Lo cierto es que, con toda la vergüenza ajena de la que pude hacer gala, me di la vuelta y regresé a la oficina pública, a ver si la cola había desaparecido.

Cual es mi sorpresa, pues había pasado una hora pero allí estaban esas cuatro ventanillas vacías y abandonadas. Pienso que como es época de vacaciones, pues claro, trabajan por turnos. Aguanto el tipo todo el tiempo que puedo. Al fin me atienden.
Me atiborran de impresos que debo traer rellenados a la mayor brevedad posible. Así lo hago y cuando vuelvo resulta ser que no son los impresos adecuados. Qué más puedo decir.
Al regresar a mi casa hago un alto en el camino para recoger un paquete que me llega de Correos. Ansioso, abro el paquete y descubro que se han equivocado en el libro que había pedido contrarreembolso.
Consternado regreso a recoger el coche que tengo en el taller averiado y compruebo que, efectivamente, me han reparado el tubo de escape pero un pequeño desliz ha traído consigo la rotura del colector del mismo. Evidentemente, la culpa (según me explica el chapuzas) es del colector pues estaba en el sitio equivocado a la hora equivocada. Entonces fue cuando reflexioné, con ese talante constructivo con el que he crecido, aunque todavía me pregunto si mi reacción fue la más adecuada o no, aunque me inclino a pensar, sinceramente, que no fue así. El dueño del taller todavía me recuerda.

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