Siempre se ha puesto como ejemplo sumo de necedad eso de tirar piedras contra el propio tejado. Que hace falta ser bobo de capirote para andar destrozando a pedradas algo tan importante para la seguridad de nuestra casa como es el tejado. Y tan agudo es el ejemplo que se ha considerado como inverosímil, o sea como algo que no se puede dar.
Pero ya, ya... Hemos tenido que llegar al siglo de la informática y de todos al volante, para que se produzca una impresionante floración de tontitos atinando a piedra limpia contra sus tejados. O sea que lo que adelantamos por un lado lo estamos perdiendo por otro, que es como inventar los viajes regulares a la luna, pero conducidos por el burro del Tío Pacorro.
Todo empieza con los borderline que destrozan a patadas o queman a llamaradas las papeleras y los contenedores de la ciudad, unos objetos que le ofrecían la oportunidad de unas calles más limpias e higiénicas. Pero vete a decirles a los del tontucio con herraduras mentales que eso es de sansiroleses, que en vez de sesos tienen la mollera rellena de escabeche.
Porque los modernos bobalias son capaces de superarse cada día. El pasado verano, sin ir más lejos, alguien dejó sin señales de circulación un buen tramo de una carretera palentina. Señales naturalmente metálicas, ancladas con hormigón, que tuvieron que ser arrancadas o tumbadas con algún vehículo pesado o con instrumental al caso. Un trabajo hecho a pecho y sin provecho, o sea a lo ceporro.
También este verano alguien arrancó decenas de metros de una valla en un parque de nuestra ciudad, desfigurando así el cerramiento y dejando una estampilla de bombardeo.
Por algunos apéndices, vamos muy para atrás. ¿Se imaginan al hombre de las cavernas destrozando su caverna? No quisiera transportar esto a nuestros propios gobernantes que no hacen más que sacar leyes y decretos destrozando la ya frágil economía de cada españolito. Mejor no lo hago. Cada día que amanece el número de tontos crece.
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