Decía Carbonell en la retransmisión que Rafa es el mejor mecánico de sí mismo. Para muchos que dicen que simplemente es condición física, hoy Nadal ha demostrado como ganar un partido no sólo con esa fuerza brutal que tiene si no también con el talento y sobre todo, con la inteligencia.
En cada momento de debilidad (por ejemplo, el inicio del segundo set donde aguantó, creo que hasta cuatro roturas de servicio del sueco) sabía qué fundamento técnico aplicar, qué ritmo imponer o qué golpe ganador sacar.
Y esa ansiedad que todos dicen que llega en el momento de saber acabar de ganar, no lo fue tal. En un juego donde estaba en el aire no solo ganar, sino la victoria en el torneo y volver a ser el top 1 ATP, consiguió un set en blanco sin paliativos y sin dudas. Una leyenda de la que se hablará dentro de cincuenta años, como hoy se habla de Bjorg, ha manejado de manera espectacular la forma de volver a ser el mejor del planeta cuando todos veíamos que el retorno a ese número uno iba a ser muy complicado porque el mayor enemigo del deportista le visitaba una y otra vez (las lesiones).
Nadal con tan solo veinticuatro años recién cumplidos ha manifestado una profesionalidad y una personalidad deportiva de alguien que no solo es un deportista manejado por un grupo de técnicos sino alguien que da la sensación que sabría entrenarse a si mismo y aplicar el método necesario en cada momento. No sólo en competición sino en su día a día. Habrá que esperar a que termine su carrrera deportiva pero creo que ya es prácticamente el mejor deportista español de la historia y no lo digo por ganar hoy sino por haber vuelto a la cumbre después de estar casi en el infierno. Eso es lo difícil.
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