Este enclave, que abarca los tramos alto y medio del Río Tinto, Huelva, España, es único en
el mundo, tanto por su belleza cromática como por sus excepcionales condiciones
ambientales e históricas. Alrededor del curso alto, se sitúa el mayor yacimiento
minero a cielo abierto de Europa. Fue explotado desde los tartesios y sobre
todo, por los romanos.
Toda esta larga actividad ha originado un peculiar
paisaje, propio de otro mundo. El nombre del río proviene de su color rojizo,
que pasa a ocre en las orillas. Estas tonalidades se deben al alto contenido,
desde los albores de la historia, en sales ferruginosas y sulfato férrico que,
junto a la escasez de oxígeno, otorgan un pH muy ácido.
Aunque pueda
parecer que en tales condiciones no sea posible la vida, estas aguas acogen una
gran diversidad de microorganismos, adaptados a hábitats extremos -muchos de
ellos aún sin catalogar- que se alimentan sólo de minerales. Tanto es así, que
el lugar es estudiado por la agencia espacial norteamericana NASA para conocer
estas formas de vida, debido a la probable similitud entre sus condiciones
ambientales y las que podrían darse en el planeta Marte.
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