Decía el gran Allan Poe que cuando un loco parece completamente sensato,es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza. La reducción de la pena al etarra De Juana Chaos ha puesto en el tapete uno de los criterios más convocados por toda la humanidad: la sensatez.
Mariano Rajoy, invitado a un mitin en contra de la política de Zapatero, apeló a las personas “normales y sensatas”, a unirse a la causa. Vaya problema semántico.Si planteamos las siguientes preguntas ¿eres tú normal? ¿eres tú sensato? ¿Qué es la normalidad? ¿Qué es la sensatez? Resultarán un sinfín de definiciones, unas más anormales, insensatas, o decididamente conflictivas, según el punto de vista que se mire. Y si preguntamos ¿concederías la rebaja de pena a un hombre que va a morirse encarcelado para salvarle la vida? ¿Lo haría aún sabiéndo que es un asesino? ¿Qué prima, la vida del delincuente o la necesidad de que veamos que la justicia se cumple a rajatabla? Mariano Rajoy llama sensato y normal a los hombres que apoyaban la imposición de la pena, aún sabiendo que De Juana moriría. Para algunos es sensato salvar una vida, aún con el consiguiente escozor que causa saber que están salvando la vida de una persona que se la ha quitado con saña y a muchas otras.La sensatez se mide con un hilo delgadísimo, que hoy en España parece haberse cortado. Los sensatos son todos o ninguno. Tienen razón los que piden la pena entera y tienen razón los que apelan por encima de todo a los DERECHOS HUMANOS
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