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(Leído en redes sociales)

martes, 22 de mayo de 2012

GLADIATOR ( Venganza señorial)





En el año 180, el Imperio Romano domina todo el mundo conocido. Tras la victoria sobre los bárbaros, el anciano emperador Marco Aurelio decide transferir el poder a Máximo, general de sus ejércitos y hombre de inquebrantable lealtad al imperio, pero su hijo Cómodo no lo acepta y trata de asesinarlo. Mención aparte de la película en sí,  se merece la sublime e indescriptible banda sonora poniendo un broche de oro a las escenas de batallas y luchas de gladiadores. 
Ridley Scott es uno de esos irregulares directores a los que todo se les perdona porque se han ganado el cielo dirigiendo obras maestras. Scott lo hizo con 'Blade Runner' y, en menor medida, también con 'Alien, el octavo pasajero'. Aquí vuelve a subir a los altares y se casca dos horas y medias absolutamente imprescindibles. Bebiendo del tono de color de las mejores películas épicas, Scott construye un imperio asombroso sin dejarse detalle alguno. 
Aquí realmente se prueba la voluntad del héroe Maximus. Los grandes hombres se crecen al castigo que puede ser rápido o durar mucho tiempo, nunca se sabe. La venganza es algo que se sirve de manera fría y el protagonista después de perder todo, absolutamente todo y quedar degradado al nivel de esclavo, sabe esperar, tener paciencia dentro del dolor y poco a poco llegar a la escena deseada para tomarse una venganza inteligente y señorial. No hay nada como el hecho de saber ganar y saber perder para ser un gentleman.
Finalmente, todas las películas que han quedado en la memoria para siempre tienen un componente intangible que las hacen especiales y únicas. En Gladiador esta virtud se hace patente en su épico final, por la emoción y por la fuerza de cada uno de sus planos. Si no te llega dentro se quedará en pura diversión. Si te llega a conmover, podrás verla una y otra vez disfrutando siempre de esa misma sensación.

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