No ha llegado aun ni la cena de nochebuena, ni la de nochevieja, aun faltan un par de comidas o cenas de amigos o de círculos sociales y ya estoy saturado. Cada año me saturo antes. Todo se llena de momentos de comer por comer, o sea, de mandangas. Algunas incomibles como el mazapán, (que lo siguen fabricando, vendiendo y comprando pero poca gente lo come) el turrón duro, que pasa de año a año y de padres a hijos y casi nunca se come, se acumulan botellas de champán porque al fin y al cabo el champán se utiliza para brindar pero sabe asqueroso (yo prefiero la sidra el gaitero, famosa en el mundo entero) y polvores y frutas escarchadas (pero a quien le gusta eso!!!???) y demás mandangas típicas que el 7 de enero se tiran o se guardan para una visita de pesados o para el año siguiente, por si aguanta. Son fechas muy bonitas, entrañables y bla bla bla pero siempre es lo mismo: mandangas, galguerías y las típicas noches de play, cartas o monopoly.
1 comentario:
Efectivamente siempre eslomismo.Ni me gusta el cava,ni el turrón,ni el mazapan,aunque un buen polvo-ron bien podría disfrutarse!
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