Cada vez que escuche a alguien aseverar que “el hombre es hijo de las circunstancias”, pensaré que está equivocado porque me he dado cuenta que el hombre haga o deje de hacer lo que sea, no es consecuencia de los hechos que le tocan vivir, y no el hacedor de ellos.
Las circunstancias son única y exclusivamente lo que el hombre quiera que sean. Pensar que el hombre es incapaz de controlarlas es subestimar al género humano. A quienes se les hace más difícil cambiar sus circunstancias es a aquellos que viven en regímenes en los que disentir es un delito. Sin embargo, a lo largo de la historia, hemos visto conmovedoras y admirables proezas de resistencia, tenacidad y lucha por los ideales. Personas crecidas ante la adversidad, cuyos espíritus siguen siendo libres, aún en los peores momentos. Algo así como el “sin embargo, se mueve”, de Galileo.
En los países democráticos, si no se está de acuerdo con cómo son las circunstancias que nos rodean, las mujeres y los hombres libres tenemos el derecho de alzar nuestras voces de protesta y de utilizar todas las armas legales, éticas y morales para cambiarlas. Lo que implica que no se debe aceptar nada con lo que no se está de acuerdo, ni adoptar como normal lo que no es normal. Por eso, nadie puede lamentarse de lo que ocurre si se queda de brazos cruzados.
Las circunstancias son única y exclusivamente lo que el hombre quiera que sean. Pensar que el hombre es incapaz de controlarlas es subestimar al género humano. A quienes se les hace más difícil cambiar sus circunstancias es a aquellos que viven en regímenes en los que disentir es un delito. Sin embargo, a lo largo de la historia, hemos visto conmovedoras y admirables proezas de resistencia, tenacidad y lucha por los ideales. Personas crecidas ante la adversidad, cuyos espíritus siguen siendo libres, aún en los peores momentos. Algo así como el “sin embargo, se mueve”, de Galileo.
En los países democráticos, si no se está de acuerdo con cómo son las circunstancias que nos rodean, las mujeres y los hombres libres tenemos el derecho de alzar nuestras voces de protesta y de utilizar todas las armas legales, éticas y morales para cambiarlas. Lo que implica que no se debe aceptar nada con lo que no se está de acuerdo, ni adoptar como normal lo que no es normal. Por eso, nadie puede lamentarse de lo que ocurre si se queda de brazos cruzados.
2 comentarios:
De acuerdo, seamos constructores de lo que queremos y de lo que somos,,,
Un abrazo, monique.
No puedo estar ma´s de acuerdo contigo. Uno no es víctima de sus circunstancias sino de sus ganas de no cambiar lo que le rodea, o mejor dicho, de su falta de agallas para dar el paso y dejar que cruja el suelo. A todos nos gusta sentirnos queridos, pero hay amores que se disfrazan de "malquerencias" o sea de amores interesados para que las cosas no cambien. Así que si no quieren que cambies y te ponen mala cara es porque no te querían tanto...
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