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(Leído en redes sociales)

domingo, 19 de octubre de 2008

CORRER POR CORRER. (Nunca había sido último)


Yo tengo una teoría: Si entrenando soy capaz de batir el record del mundo de maratón y luego en plena competición no me da la gana batirlo por cuestión actitudinal pues de poco vale entrenar para un objetivo. Si el objetivo es entrenar por diversión y salud, hasta ahí correcto, pero si cuando entreno, además, está detrás el componente competitivo, entonces: apaga y vámonos. El deporte de competición tiene un mucho de trabajo de rendimiento pero un mucho más de estado de ánimo. Eso trasladado al deporte colectivo, podríamos decir que si un grupo de deportistas trabajan y entrenan bien durante su periodo de carga y en plena competición el componente actitudinal es cero, entonces ese equipo está muerto competitivamente hablando. Llevo entrenando, de una manera u otra, desde que mis padres me llevaron en alevines a jugar al fútbol a Michelín (era el año 76). Desde ahí, he perdido muchos partidos y he empatado y ganado alguno que otro, tanto como jugador, como entrenador. El primer año de jugador, cuando en alevines aun se jugaba a fútbol once y cuando el balón casi nos llegaba por encima de las rodillas, perdíamos de goleada en goleada. Recuerdo que perdimos 17-0 una vez, pero nada más acabar preguntabamos quien era el siguiente rival para ver si le podíamos meter un gol. El día (tras casi veinte partidos) que marcamos el primer gol fue una fiesta. Había siempre antes de ir al partido y a entrenar un gusanillo en el estómago al que ahora le llamo ilusión por el deporte. Diecisiete años más tarde se repetía el gusanillo, era lejos del mundo del fútbol y era más cerca de una pista de atletismo. Era el campeonato de España absoluto en Gandía. Coincidiendo con mi cumpleaños 25, competí con la ilusión y a la vez, la rabia de muchas temporadas atrás entrenando como un cosaco, mañana y tarde, y la recompensa llegó, porque yo quería que llegara. Me metí en semifinales y por fin, en la final. En la final quedé octavo, o sea, último, pero fue una de las grandes gestas deportivas personales. A la semana siguiente era el campeonato autonómico y la medalla de oro solo estaba dispuesta a ir mi cuello, me lo propuse, entrené para ello y por supuesto, competí para ello. En pleno post-rendimiento, pasados los treinta, me he puesto en la línea de salida de alguna carrera de cross y de media maratón, nunca para ganar, por supuesto, pero si para competir contra mí. Una disciplina totalmente contraria a mi especilidad de 100 metros, "años ha", tampoco fui último.

Años más tarde, en plena labor de entrenador tanto de atletismo como de fútbol, saboreé las mieles de la derrota y de la victoria. Siempre ha habido cal y arena, pero nunca fui último. Hoy con mi equipo somos últimos, por méritos propios actitudinales, pero nunca me podré echar en cara por falta de trabajo y rendimiento. Tras más de 50 entrenamientos en menos de tres meses (hablo del campo del fútbol, no del atletismo donde 50 entrenos serían irrisorios) el rendimiento físico es nulo. Necesitaremos música para hacer deporte?

1 comentario:

Rapajic dijo...

Necesitas un psicólogo deportivo para tu equipo ;-) jaja.
Chechu, lamentablemente, la visión que tu tienes del deporte y la ilusión que sientes por él no es universal, eso sí sigue sintiéndola, porque es contagiosa y antes o después se la contagias a quienes te rodean.
Un abrazo (y piensa que si sois últimos ya sólo podéis mejorar, al menos de posición).