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(Leído en redes sociales)

domingo, 30 de noviembre de 2008

Debacle. Cap.2 (EL FUTURO YA NO ES LO QUE ERA)


...tras el anuncio de la NASA, la histeria, la ansiedad, la debacle, el instinto de supervivencia comenzaron a fluir en cada uno de los habitantes del planeta. Las autoridades dentro de la preocupación pedían calma desde distintos foros y cada una de las instuciones de cada país querían abrir un hueco a la esperanza para que esos siete años de tregua, que tenía una civilización super desarrollada y avanzada diera con el quick de una tabla de salvación. Aun así la gente con grandes recursos económicos no veía otra solución que la construcción en cadena de grandes bunkers a gran profundidad y distanciados de zonas atlánticas para poder vivir con todo lujo y sin problemas a lo largo de cinco o seis años posteriores al día del impacto del Apophis. Dar cobijo a más de 8.000 millones de personas era utópico y las grandes diferencias, cada vez más, entre el mundo ultradesarollado y el tercer y el cuarto mundo, otorgaba una injusticia tal, que probablemente más de 5.000 millones de personas perecieran al cabo de tres años. La natalidad comenzó a disminuir de manera muy preocupante pero relativamente lógica, pues traer a niños a un mundo que iba a desarrollarse bajo tinieblas era un acto de total irresponsabilidad, que sólo en el tercer mundo ocurría. Las grandes metrópolis en el 2019 habían desarrollado el 'tráfico underground' solamente para los individuos con grandes fortunas para evitar cualquier problema o accidente de tráfico. El transporte urbano o interurbano se desarrollaba por autovias personalizadas bajotierra con control estricto de horarios, donde era improbable cruzarte o dar alcance a otros vehículos. Algo así como el metro pero a nivel individual. Tal entramado bajo tierra hacía mucho más dificultoso hacerse con la propiedad de terrenos bajo tierra que comenzaron, tras el anuncio de la NASA, a elevar su precio tanto, que superaba a lo que era el metro cuadrado de la superficie. Las multimillonarios optaron por realizar sus palacios bajo tierra en zonas del tercer mundo para evitar la red underground y abaratar los precios. Sólo las grandes multinacionales ofertaban supervivencia a un gran precio aunque absequible a la mayor parte de la clase media que tenía ciertos ahorros, con el sueño de construir grandes ciudades bajo tierra. Era la auténtica Tierra Prometida.

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