Quien odia trata de hacer todo el daño que puede al objeto de su odio. Es por eso que el odio embrutece a quien se deja dominar por él. El desprecio es otra cosa. Conviene diferenciar entre ser despreciable y ser despreciado. Despreciable es algo que no merece ser tenido en cuenta, por diversos motivos. En cuanto al ser humano se refiere, que es de lo que se trata, despreciable es alguien en quien destaca su maldad, la mezquindad de sus actos, su proclividad a portarse siempre del modo más ruin. El desprecio injusto no debería hacer mucha mella en la persona despreciada, que debe centrar sus esfuerzos en actuar correctamente primero y sólo después en que su comportamiento correcto sea apreciado. Algunas personas usan el desprecio de forma caprichosa o interesada. Desprecian aquello que les produce temor, por desconocerlo, o que está fuera de su alcance. El desprecio les sirve para reafirmar sus maltrechas personalidades, puesto que están incapacitados para lograrlo mediante el esfuerzo, como sería lo aconsejable. Pero lo mejor es hacia esos individuos, la indiferencia. Quien se cree ombligo del mundo se duele y se retuerce cuando nadie le mira, ni le replica, ni siquiera se percata de existencia. Al final, quizá resulte más cómodo ser despreciado que ser odiado. Al final, siempre es una cuestión de borreguismo.
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